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La imagen de marca es una de las partes esenciales de la estrategia de marketing de cualquier empresa.


Pero, en realidad ¿qué es la imagen de marca y qué ventajas tiene para nuestras empresas?


Antes de nada no hay que perder de vista el significado de “marca”.

Una marca es un nombre, término, diseño, símbolo o una combinación de alguno de ellos que identifica productos y servicios de una empresa y los diferencia del resto de competidores del mercado.

Una marca se puede definir como un conjunto de valores que los consumidores asocian a una empresa o producto.

Una vez tenemos claro el concepto, podemos determinar que la imagen de marca se compone de un conjunto de elementos tangibles e intangibles que representan los valores que la marca quiere transmitir a los consumidores.


Estos elementos pueden ser el nombre, el logo, el color corporativo, el diseño o los contenidos que genera la empresa para transmitir los valores que les caracterizan.

No sólo es importante lo que vendemos sino las sensaciones que provocamos a quien nos compra, es sin duda lo que nos ayuda como marca a diferenciarnos del resto.

Las emociones, sentimientos y valores que transmitimos a través de la imagen de marca y de la estrategia de branding son vitales para nuestro reconocimiento en el mercado y para la asociación de nuestro producto o servicio en la mente de los consumidores.

Al fin y al cabo, ya no se venden solo productos, sino aspiraciones, experiencias y soluciones.


Por eso, es muy importante que estudiemos y meditemos con sumo cuidado la imagen del producto y de la marca, ya que una vez se establezcan en la mente del consumidor, cualquier cambio brusco sería contraproducente y poco recomendable.

Llegados a este punto conviene diferenciar entre identidad e imagen de marca, ya que son conceptos que con mucha frecuencia se confunden.


La imagen de marca es la percepción que tiene el público o los consumidores sobre lo que proyectamos como marca, mientras que la identidad son los elementos que caracterizan y construyen la marca y que se pueden gestionar a través del branding.


En otras palabras, la imagen de marca son los sentimientos y emociones que provoca la empresa en los consumidores y se construye con estrategias de activación basadas en acciones de marketing, experiencias de consumo y publicidad.


En definitiva, es el valor que perciben los consumidores de la firma y el resultado de todos los mensajes que recibe el público y se acumulan en su mente hasta formar una opinión propia.


Y la identidad de marca son los elementos que forman parte de la marca, que la diferencian de la competencia y ayudan a los consumidores a identificarla.


No podemos entrar en la mente del consumidor y decirle qué debe pensar, pero existen estrategias de branding, de publicidad, marketing, para controlar la imagen que el público percibe de la empresa.


En KOMORI podemos ayudarte a construir una identidad de marca potente y reconocible, ¿te animas?


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¿Estamos preparados para el Gaslighting Social que llegará junto a la gran crisis económica?

'Gaslighting'. Origen del término

El término 'gaslighting' proviene de una obra de teatro británica Gas Light (1938). El argumento habla de un hombre que intenta convencer a su mujer de que está loca, manipulando pequeños objetos de su entorno e insistiendo constantemente en que ella está equivocada o que está padeciendo lagunas de memoria cada vez que ella menciona estos cambios. El gaslighting, hace referencia a una forma de manipulación y abuso psicológico que provoca que las personas se cuestionen su propia memoria, percepción y cordura.


Según el artículo “Prepare for the Ultimate Gaslighting” del escritor Julio Vincent, el 'gaslighting' será la mayor estrategia publicitaria, en la que se invertirán billones de dólares, para darnos la ilusión de que, como expone el claim de una compañía de seguros, 'Todo va a estar bien'.


Hemos de estar preparados para lo que se nos avecina: la manipulación para dudar de nuestra propia cordura. Próximamente, cuando el país comience a descubrir cómo “abrimos” y avanzamos, fuerzas muy poderosas intentarán convencernos a todos de que volvamos a la normalidad.


Miles de millones de gasto en publicidad para que volvamos a sentirnos cómodos nuevamente. Queremos desesperadamente sentirnos bien de nuevo, volver a la rutina, salir de casa para ir a trabajar y tener una vida social más o menos igual a la que teníamos en la época pre-Covid.


Después de consultar con especialistas en psicología, el autor piensa que, una vez que la cuarentena termine, la publicidad se encargará de dar mensajes irrealmente optimistas para convencer a las masas de que tienen que volver a la normalidad, como si esta pandemia hubiese sido un episodio más en nuestra historia, o como si nunca hubiese pasado.

La necesidad de comodidad será real y será fuerte. Y cada marca vendrá a tu rescate, querido consumidor, para ayudarte a eliminar esa oscuridad y devolver la vida a la forma en la que la conocíamos.


Ahora la vulnerabilidad de la sociedad viene en un formato nuevo y las marcas están dispuestas a darte la seguridad que necesitas ¿Es éticamente correcto que las marcas nos vendan un mundo de luz y de color en estos momentos? ¿Es socialmente responsable?

Sus campañas nos ayudarán a sentirnos normales, de nuevo. Si pudiéramos tener el nuevo iPhone en la mano, si pudiéramos calzar las nuevas Nike, entonces esta sensación oscura de anormalidad desaparecería.


Y ASÍ SE ACERCA EL ATAQUE. Lo que está a punto de desatarse en la sociedad será la mejor campaña jamás creada para que te sientas normal nuevamente.


Prepárate para el bombardeo de hacerte creer que nunca viste lo que viste. Las imágenes eran falsas. Los hospitales no eran realmente una zona de guerra. Esas historias eran una exageración. Los números no eran tan altos. La prensa miente.

No viste personas sin hogar muertas en la calle. No viste la desigualdad. No viste indiferencia. No viste el fracaso absoluto del liderazgo y los sistemas.


La publicidad es como una fábrica de sueños, como una ventana que busca siempre ofrecernos un 'estado ideal' de las cosas, no es ninguna novedad. Siempre ha encontrado la forma de 'hacer clic' con nuestras emociones, logrando escabullirse dentro de nuestro inconsciente o para hacernos creer que tal producto es el que necesitamos para ser felices, mejores, etc.


En el siglo XXI la publicidad se volvió más inteligente ya que comenzó a apelar a nuestro cerebro logrando resultados comprobables científicamente. Esta vez, no centrándose en el producto, sino creando 'experiencias' para el consumidor. Lo llamaron 'neuromarketing'. Sin embargo, según Vincent, ahora la industria se centrará en elaborar contenidos "que nos lleguen al corazón", al sentimentalismo con el objetivo de reconectar con la vulnerabilidad emocional, pero dejando en el olvido que los sistemas de salud del mundo colapsaron.


Como consumidores y marcas situadas en un nuevo campo de juego, ésta es nuestra oportunidad de definir una nueva versión de lo normal, una oportunidad rara para traer de vuelta lo que funciona para nosotros, lo que enriquece nuestras vidas, lo que nos hace verdaderamente más felices.


MORALEJA: Intentemos ser marcas todoterreno, sinceras, responsables, humildes y consecuentes con la nueva realidad que nos ocupa, sin pretensiones de salvar el mundo, pero con mucha flexibilidad para adaptarnos a cualquier situación que se nos presente.

Potenciemos nuestros atributos, diferenciémonos, ayudemos al consumidor a mejorar su experiencia de compra, pero no vendamos algo que no existe, no creemos irrealidades y no manipulemos la percepción de un universo ficticio.


No hagamos luz de gas.

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Desde que se decretara el Estado de Alarma por la expansión del Coronavirus, el teletrabajo se ha impuesto en nuestro país y los empleados de aquellas empresas con posibilidad de realizarlo han tenido que trasladar la oficina a casa. Tristemente hay otra parte de los negocios, que ha preferido permanecer inmóvil, lamiéndose las heridas sin dar un paso al frente y sin replantearse qué se puede hacer cuando no se puede hacer nada.


El confinamiento ha hecho que el canal online se haya convertido en la elección favorita de los consumidores, y esta misma circunstancia es la que está poniendo en evidencia el precario grado de digitalización de muchos negocios.


Esta crisis está provocando una revisión de la escala de valores del servicio que le damos al usuario y deberíamos estar preparados para la nueva dimensión digital que se avecina.


Toda esta situación nos ha pillado por sorpresa, pero si algo hemos de extraer de ello es un aprendizaje y un poquito de autocrítica.


¿Realmente estaba mi negocio preparado para dar servicio a mi usuario?, ¿tenía mi e-commerce capacidad real de atender esta demanda? o simplemente, mis clientes no han sabido nada de mí en un mes porque no tengo canales de comunicación, ¿debería tener perfil profesional en Redes Sociales?


Evidentemente no todos los negocios pueden prestar su servicio online, pero si pueden, temporalmente, modificar su actividad y establecer un medio de comunicación, recuerdo y apoyo a sus potenciales clientes con humildad y sentido común.


Pongamos el ejemplo del sector hostelero, uno de los que sin duda están sufriendo más las consecuencias de esta situación.

ESCENARIO 1: “HOSTELERO POCO DIGITALIZADO”


Hace un mes de la instauración del Estado de Alarma, colgué el cartel de “cerrado” y nunca más se supo. Fin de la historia.

ESCENARIO 2: “HOSTELERO MEDIANAMENTE DIGITALIZADO” (página web, perfil en Facebook e Instagram)


Pasado un mes de la instauración del Estado de Alarma, colgué el cartel de “cerrado”, lo comuniqué en Instagram y Facebook, actualicé mi página web introduciendo un banner en la página de inicio, anunciando el cierre temporal y pidiendo perdón por las molestias a los usuarios habituales. Cada semana me preocupo de subir contenido con mensaje, que aunque no esté actualizado, me hace estar presente en el mercado digital, contesto los mensajes de mis seguidores e ideo nuevas formulas de mejora para aplicar cuando vuelva a reabrir mi local con el fin de estimular la demanda (concursos de cuarentena, sorteos, etc).

CONCLUSIÓN


Obviamente un hostelero no puede prestar su servicio habitual en tiempos de confinamiento, pero lo que sí puede hacer es un esfuerzo por ofrecer contenido a sus seguidores y potenciales clientes a través de sus canales de comunicación.


Cuando acabe esta situación y poco a poco se restablezca la normalidad (porque aunque parezca mentira, pasará), como consumidora tendré más razones que nunca para acudir al local que se ha preocupado por ofrecerme algo durante mi confinamiento, aquel negocio que perdura en mi memoria más reciente y que ha hecho un esfuerzo por entretenerme.

Si no contactas conmigo, poco a poco mi recuerdo sobre ti se irá diluyendo en detrimento de otras nuevas opciones que sí se preocupan por ponerse ante mis ojos.

Al final los que se adaptan al entorno son los que sobreviven, una vez más Darwin está entre nosotros.


Indudablemente, aquellas empresas que lo hagan bien, con coherencia y autenticidad, tendrán una ventaja competitiva enorme frente a las otras.

Por eso es urgente que las marcas se pongan a trabajar en definir su Purpose, y en activarlo a través de su plan de negocio y de marketing. La buena noticia es que llevamos un tiempo hablando de esto y algunos negocios ya han emprendido el camino. Para el resto, es algo que se puede implementar de un modo relativamente fácil, pero hay que hacerlo y no dormirse.


Las nuevas tecnologías hay que enfocarlas no como una amenaza, sino como una oportunidad de mejorar el servicio al cliente. Es decir, la digitalización no tiene porque ser sinónimo de vanguardia, sino de adaptación del negocio, en la medida de la posible.

Es necesario ir implantando paulatinamente pequeños procesos y herramientas digitales.

La estrategia de digitalización ha de ser coherente con los recursos disponibles. Por ello, debemos de ser conscientes de hasta dónde se puede llegar, sin cerrar los ojos ante una necesidad evidente.


En resumen, esto no puede volver a sucedernos, ponte las pilas :-)

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